Extras

Diego no se dio cuenta el primer año, ni el siguiente, ni siquiera el penúltimo. Quizá alguna cara le resultaba familiar, algún gesto o los colores de los accesorios playeros. Se decía que era normal; los últimos tres años habían veraneado en el mismo pueblo costero. Estas vacaciones, Lidia decidió cambiar de destino y, mientras esperaban a que el semáforo virara a verde para cruzar, Diego reconoció a la niña y después al señor del sombrero y la silla… faltaban algunos, pero sin duda todos los que esperaban con ese aire casual eran los mismos de los años anteriores. Los miró de uno en uno, hasta saludó cuando se cruzaron. Solo obtuvo indiferencia, a lo sumo miradas apresuradas de soslayo.

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Concilio

Pegaso convocó un concilio a espaldas de Zeus, la situación lo requería. Así pues acudieron desde sus respectivos lugares lo más importantes: Rocinante, ahora gordo y lustroso; Sombragrís que no quiso embarcar con Gandalf y Ártax desde las praderas de Fantasía.

La llamada llegó a diversos lugares, desde rincones, estanterías, leyendas y cuentos de viejas vinieron Caballitos del Diablo. Centauros, Kelpies y Unicornios… Y con algo de retraso, y algunos en no muy buenas condiciones, huyendo de cómics, tebeos y algunas jugueterías fueron llegando Silver, Tornado, Jolly Jumper y un grupo de My Little Ponies.

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Una pareja normal

A Serafín le gustaban las mujeres grandes. Cuando digo grandes, quiero decir GRANDES. Su primera novia era digamos de un grande estándar, pero, según pasaban los años, le fueron atrayendo mujeres cada vez más altas, más anchas, mujeres en expansión como el universo después del Big Bang. No le duraban las parejas porque siempre tenía la sensación de que la mujer de sus sueños estaba por ahí, vaya usted a saber dónde, esperándolo.

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Genética del estatus

Es un domingo de otoño, la madre propone a sus hijas dar un paseo en bicicleta. Niña 1 de piel como de papel, una piel rojiza de tacto áspero (una mutación genética dijeron) y Niña 2, blanca y redonda como masa de pan, eligen una ruta que pasa cerca de un centro ecuestre. A Niña 2 le gustan los caballos y deciden descansar y contemplarlos.

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Carpe Diem 2.1

No sabría decir en qué momento fui consciente de su presencia, pero mi cuerpo recuerda la sensación de tener una pelota en la boca del estómago que subió hasta mi cabeza, un puñetazo desde dentro, para luego bajar hasta los pies; como esos martillos de feria antiguos. La misma emoción agradable y angustiosa que te queda después de bajarte de una montaña rusa.

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Letra pequeña

Les invitaremos a pasar, las puertas abiertas, el gesto acogedor del brazo, la boca que diseña una sonrisa perfecta; que no parezca una mueca pero tampoco una línea imprecisa. No estarán atentos a los ojos, no advertirán el brillo ávido, la pupila dilatada.

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Propiedades de la luz

Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión. Era la misma luz anaranjada que solía entrar por las tardes en el cuarto de juegos. Aquella luz cálida llena de pizcas de polvo que él imaginaba habitadas. Entonces los vio, allá fuera.

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Fenómenos cuánticos

Tres partículas se cruzan durante un breve instante y ese instante es una vida completa, perfecta en sí misma. No una vida, tres vidas. Las miradas bajas, es posible que un segundo antes las miradas se cruzaran. El momento anterior de las partículas ha determinado el momento actual.

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De miradas

Para Víctor

 

Pongamos que paseo por Islandia, pongamos que hago fotos de auroras boreales, verdes extensiones y selfies con cascadas al fondo. Pongamos que a cada paso comparto foto típica en Facebook, Instagram o estado de WhatsApp, pongamos que miro a través de la cámara sin ver, que no utilizo la mirada, que la cámara es mi ojo y mi inquietud por captar y compartir compulsivamente todo aquello que creo memorable mi único objetivo. Pongamos que he estado en Islandia sin estar, sin que deje huella alguna en mí, ¿es eso posible?

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