Acto uno
Tuerce el gesto frente al espejo que le muestro, me dice que no sabe quién es «esa» y me abraza dándome la bienvenida a su mansión. Las enfermeras atienden, sin discutir, al nombre y la historia que les ha creado. Me muestra desde la ventana sus jardines y, como siempre, me presenta a la doctora como su hija.
Leovigilda Mendieta, Leo para las amigas, matriarca de la famita más rica de aquel pueblo, mujer piadosa y conocida por sus buenas obras, mujer de confesión semanal y misa diaria, mujer de rodillas ásperas de rezos de rosario, mujer engendradora de ocho hijos sin gozar y paridora de cinco a gritos, murió repentinamente.
Sé que los objetos tienen memoria. Una memoria distinta. Si ellos nos contaran, nos sorprendería la cantidad de matices que tiene sus recuerdos. Cuando están
Justo al introducir la llave en la cerradura le da por girarse y mirar el felpudo del apartamento de enfrente; hace tiempo que no ve a su vecina. Se acerca, el olor que se filtra por debajo de la puerta es más desagradable de lo habitual. Llama al timbre e imagina el
Las estadísticas así lo confirmaban: los dos últimos años habían bajado las donaciones de órganos para trasplantes. Las estadísticas también mostraban que los dos últimos años se habían reducido los accidentes de tráfico mortales. El Director recibió dos llamadas esa
A HAL9000, in memoriam
Exilió la lavadora a la azotea porque ya no funcionaba; eso explicó a los vecinos. Pero no era por el traqueteo descontrolado al centrifugar ni por el jadeo de moribundo recalcitrante. La verdadera causa era la singularidad que mostraba la lavadora desde hacía unos meses. Para empezar le miraba, sí, le espiaba con su ojo ciego, como esos cuadros de los museos, esos retratos que te observan
Los cerdos de la granja del pueblo costero reciben una alimentación variada y nutritiva: están lustrosos y sus ojillos brillan de satisfacción. El pueblo costero tiene varios hoteles, todos con bufé y régimen en pensión completa.
Apenas notó el temblor, absorta como estaba en preparar la cámara de nuevo. Comenzó a disparar fotogramas desde un extremo del andén al otro y mientras disparaba comprendió al fin que sus sospechas eran ciertas: siempre había sido el mismo tren, quieto y