
Angus and Julia Stone: No defraudaron, no sorprendieron.
Estaba emocionada por ir a ver a Angus & Julia Stone en directo ¡Por fin! Me hacía especial ilusión poder ver en acción a los hermanos australianos tocando las canciones que durante tanto tiempo había escuchado en sus discos. Además, hacerlo dentro del ciclo de conciertos del botánico, siempre es un placer porque estos conciertos, en Madrid, al aire libre, son como una explosión de frescor en medio de la jungla de cemento.
Pues bien, llegó el esperado 4 de julio y a eso de las diez y cuarto de la noche, los Stone comenzaron a sonar…
No me defraudaron, pero tampoco me sorprendieron. No fue un concierto excelente pero volvería a ir a verlos.
¿Contradictorio? Os cuento:
No me defraudaron porque está claro que el «sello Stone» funciona y así lo acreditan todos estos años de carrera musical, todos sus discos y la multitud de seguidores que les escuchamos. Las canciones sonaron «redonditas» con esa sencillez pero estudiada composición que las caracteriza, con sus acertados arreglos y el juego de ambas voces cediéndose el protagonismo a cada rato…No me defraudaron porque lo que hacen, lo saben hacer muy bien, pero ¿Quizá fuera ese el problema? Quiero decir, ¿quizá fue esa sensación de mecanización, incluso de frialdad en ciertos momentos o de desconexión entre ellos la que me dejo un poco como que sí pero que no?
Por eso digo que no me sorprendieron. Soy consciente de que, para este tipo de música, dónde entran en juego las dinámicas, la intención y los detalles, es más difícil crear un cierto ambiente de intimidad en según que circunstancias. En este caso, el espacio relativamente grande y al aire libre, puede que no ayudara mucho a crear ese halo y lo entiendo. A su favor diré que en ciertos momentos brillantes sí lo consiguieron. Acariciaron esa intimidad según avanzaba el concierto, pero igual que llegaba se volvía a desvanecer y tanto Angus como Julia, parecían estar en universos paralelos (o al menos esa fue mi sensación).
No fue un concierto excelente en el sentido en el que no me dejaron con ganas de más, en el sentido en el que no sentí una conexión brutal, pasión o electricidad.
No.
Fue, para mi, un concierto correcto. Bastante correcto diría, dónde se notaba la alta calidad de los músicos que les acompañan y dónde hubo un auténtico trajín de instrumentos que entraban y salían del escenario canción tras canción. Un concierto en el que los detalles, los ambientes y las texturas se notaban cuidadas. Pero de lo que hablo aquí, es de una cuestión de sensaciones.
Apuesto a que algunos de los que también estuvieron allí, al leerme, piensen que estuve en un concierto diferente al de ellos porque lo vivieran una forma completamente diferente. Esto es así, en los «feelings» no se manda y yo sentía esa barrera en muchos de los temas entre la canción y el público ¿Falta de carisma? ¿Falta de verdad? Llámalo «X».
Es cierto que poco a poco Julia parecía sentirse más cómoda y nos regaló algunas palabras incluso en español. Al final la vimos bailar, muy al final pero sin duda, uno de los momentos más especiales de la noche, fue la interpretación del tema Big Jet plane. Hacía una temperatura perfecta, la gente cantaba este temazo, yo incluída, y quizá fuera el momento en que el sentí mayor complicidad tanto encima del escenario como abajo.
Termino diciendo, que a pesar de todo volvería a ir a verlos. He llegado a la conclusión de que quizá esta contraposición entre uno y otro, firmeza y misterio (Angus) y dulcura y frescura (Julia) tienen un magnetismo especial. Dos polos tan aparentemente opuestos sobre un escenario, atraen y que el camino que transitan entre el pop y el rock pero siempre con esa esencia del mejor folk, lo llevan en el ADN y eso sí que se nota y atrapa.