DePedro + Caléxico: La simbiosis perfecta.

Sólo cinco minutos después de la hora prevista, DePedro pisaba el escenario de las Noches del Botánico. A las nueve y cinco de una increíble tarde-noche de verano madrileña, la banda salía enérgica y simpática a escena:

«¡Buenas noches! ¡Qué ganas tenía de volver a tocar aquí, Madrid!»

Esas fueron las primeras palabras de Jairo Zavala (vocalista, guitarrista y compositor de DePedro) tras abrir la velada con su tema «¿Hay algo ahí?»

¡Y vaya si lo había!

El recinto del Real Jardín Botánico estaba lleno de un público tan entregado como lo estaba la propia banda desde los primeros acordes. Yo tuve la suerte de disfrutar del espectáculo (DePedro y Caléxico sobre el mismo escenario, ni más ni menos) ¡desde la primera fila! La noche, que se intuía desde el principio potente, bailonga y vibrante, no hacía más que empezar…

 

 

Tras ese primer tema, de su disco «El pasajero» (2016), con el que DePedro abría el concierto, vinieron muchos más como «Ser valiente», «Nubes de papel», «DF» o «Déjalo ir» y según avanzaba la noche yo estaba alucinando, cada vez más, con el directazo que se estaba marcando la banda. Hacía tiempo que tenía pendiente ir a ver a DePedro en acción porque como cantautora, era una de esas citas ineludibles que, antes o después, tenía que experimentar pero reconozco que, aunque admiraba ya el talento de esta banda, y sobre todo su proyección y evolución en cada uno de sus discos, no pensaba que me iba a llevar una tan grata sorpresa con su directo, ¡Chapó!

Todo fluía, todo parecía fácil… Jairo tiene una presencia arrolladora sobre el escenario y una maestría a las guitarras tan afilada y perfecta como lo son sus características patillas. Salió a escena dando un doscientos por cien encendiendo el ambiente del botánico de principio a fin.

 

 

Éste fue sin duda un concierto para disfrutar bailando, cantando y cerrando los ojos en algunas ocasiones para dejarse llevar por los ambientes y las atmósferas creadas por una banda compacta y muy conectada. Fue un concierto para saborear todos esos matices latinoamaericanos, africanos, mediterráneos y estadounidenses que caracterizan la receta «DePedro» fruto de todos sus viajes y colaboraciones con músicos de todo el mundo.

Como me ha dicho siempre mi padre «no hay mejor improvisación que la ensayada» y este concierto fue un claro ejemplo de ello. Hubo muchos momentos en los que los músicos salían de las estructuras propias de las canciones como si nada, bailando e improvisando, animando al personal siempre con miradas cómplices entre ellos para dar ese golpe maestro, ese final de sólo, esa coreografía aparentemente espontánea… En definitiva, el aburrimiento o la monotonía no se dejaron ver por allí pero sí una frescura y una naturalidad apabullantes, al mismo tiempo que un gran respeto por las canciones con su manera de hacerlas sonar.

 

Tres fueron los momentos más brillantes de este primer cocierto para mí:

El primero fue cuando Jairo pidió un fuerte aplauso para recibir en el escenario a «dos grandes amigos» integrantes de la banda de Caléxico para interpretar su canción «Te sigo soñando». ¡Aquellos metales sonaron a gloria bendita! La colaboración entre ambas bandas es mutua y continua; la banda estadounidense está presente en todos los díscos del que es el proyecto más personal de Zavala, desde que grabara en 2008, en Tucson (Arizona), su primer disco homónimo. Así mismo, Jairo les ha acompañado y les acompaña en muchas ocasiones, como guitarrista y voalista en algunos temas.

El segundo fue el momento en el que tocaron «Antes de que anochezca», ¡aún tengo metido ese rift hipnótico de guitarra! Canción fronteriza y vibrante que junto a la fuerza y el ímpetu con el que la interpretaron, ¡se convirtió en un momento muy potente!

Y el tercer momento memorable para mí, fue la particular versión que Depedro tiene de la canción popular mexicana «La llorona»: Ya había caído la noche y fue el broche perfecto para cerrar un concierto que, a pesar de durar una hora aproximadamente, se nos hizo muy corto.

El concierto de DePedro fue pura emoción contenida a veces y desbordante otras. Fue el resultado del trabajo bien hecho que puso de manifiesto el bagaje profesional de este músico y compositor y del saber (y deber) disfrutar y vivir al máximo lo que uno hace.

Se apagaron las luces.

Descanso.

Uno de mis grupos favoritos iba a comenzar a tocar: Caléxico ¡Qué nervios!

 

 

Entre un concierto y otro, conté al menos unas catorce personas sobre el escenario, cada una con una misión precisa y directa, montando y desmontando a la velocidad de la luz: cables, cinta aislante, instrumentos que salían, instrumentos que entraban, escenografía…Mucha coordinación y concentración, una prueba de sonido express con algún que otro problemilla de última hora pero finalmente ¡voilá!. Todo listo ¡Continuaba el espectáculo!

Unas distorsionadas y contundentes guitarras del tema «Dead in the water» calaron hasta los huesos de todo el personal que volvía a conectarse. El grupo, que lanzó su último disco en enero de este año, «The thread that keep us», hizo girar la mayoría del concierto en torno a estas nuevas canciones mucho más «caóticas y «ruidosas» (según declaraciones de la propia banda) pero con la misma esencia de siempre.

Caléxico cogió el relevo de los DePedro para seguir invitándonos a viajar con su música americana, con el cariz del mejor country y los ritmos latinos como la cumbia. Sobre el escenario trompetas, un xilófono, batería, bajo y contrabajo, teclados, guitarra eléctrica y guitarra slide (a los mandos de Zavala) y como no, rítmica y voz principal a cargo de Burns, vocalista del grupo.

 

Temas como «Voices in the field», «Under the wheels», «Across the wire», éste último de su album «Feast of Wire» (2003), siguieron sonando ¡y de maravilla!

Uno de los momentos de mas complicidad con el público fue cuando llegó el turno de la «Cumbia de dónde» («Edge of the sun» 2015). La gente coreaba y bailaba ese mítico «¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?» entre bailes y palmas. Pero para míticas, «Stray» y «Minas de cobre» de su álbum «The Black Light» (1998), uno de mis discos favoritos sin duda (junto con «Algiers» 2012). Sonaron increíble, también porque yo particularmente las esperaba como agua de mayo y además, no puedo dejar de mencionar que en «Stray» el contrabajo se marcó un sólo ¡brutal! 

 

 

Una lista de temazos siguieron alimentando nuestros sentidos en un concierto que duró casi dos horas que pasaron como un suspiro.

El concierto de Caléxico, fue un canto a acabar con las fronteras y un rechazo absoluto a la realidad actual sobre el trato de la inmigración. Fue un acercamiento entre todos, como pueblo, para que a través de la música, sigamos teniendo la esperanza de sigue siendo mucho mas lo que nos une que lo que nos separa.

El final de esta velada fue casi apoteósico y me dejó un recuerdo imborrable: Tocaron «Güero Canelo» junto a los integrantes de DePedro. Foto mental y auditiva; me la guardo.

Pues lo dicho, la retroalimentación, compadreo y buen hacer de ambas bandas, fue una auténtica simbiosis perfecta.

 

Visceral

 

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