
Fanfare Ciocarlia y compañía vs La Riviera
La noche del pasado martes se presentaba un poco fresca a la orilla del Manzanares, donde la gente comenzó a llegar a La Riviera a eso de las nueve de manera tranquila, reservando fuerzas para lo que se nos venía encima a todos los que estuvimos allí. Porque, aunque el reclamo principal era Fanfare Ciocarlia, la velada estuvo inundada de ritmos de todo tipo antes y después del grupo rumano. Para empezar, mientras la sala se iba llenando poco a poco, La Rueda de Madrid salieron a escena ataviados con ropas coloridas y pintorescas, descalzos y armados con una buena recua de instrumentos folclóricos con los que despertaron los primeros contoneos y bailes de la audiencia, muy predispuesta al jolgorio desde el principio.
Para cuando terminó La Rueda de Madrid, La Riviera ya estaba prácticamente llena y el ambiente bien caldeado para seguir con la noche. Tocaba regresar de Latinoamérica para poner nuestros pies a disposición de los ritmos del centro y el Este de Europa, tocaba Cíngaro Drom. La banda afincada en Madrid, pero con miembros provenientes de diversos lugares del globo, salieron con la intención de poner patas arriba a la gente, y lo consiguieron. No todos los días se toca ante un público tan amplio como entregado, por lo que la energía del grupo fue creciendo con cada canción.
A pesar de que la fiesta no paraba de crecer, desde su primera canción fue patente algo que ya es un tópico para los madrileños que van de conciertos a La Riviera. La sala es grande sí, pero no suena bien casi nunca. Si a esto añadimos la riqueza instrumental de Cíngaro Drom, cuyos instrumentos iban desde los metales al acordeón o el violín, este problema se convierte en una pequeña putada. Porque las canciones que hacían del mestizaje y la mezcla su seña de identidad eran perfectas para bailar, y la gente bailó, pero con un sonido deficiente que escondía todos los matices de las canciones. Aún así, Cíngaro Drom fueron un gran descubrimiento.
Con los calores y los sudores flotando sobre la pista, que a eso de las once ya estaba bañada en la cerveza que venden a precio de trufa blanca bajo esa palmera plantada en mitad de La Riviera, salieron a escena Fanfare Ciocarlia. La sonrisa de sus rostros destacaba sobre la vestimenta negra que llevaban todos sus miembros, armados con todo tipo de instrumentos de viento metal, además de dos percusionistas. La explosión no se hizo esperar, y desde el segundo uno la sala no paró de danzar frenéticamente.
Y una vez más hubo que conformarse con las limitaciones acústicas del lugar. Tenía alguna esperanza de que tratándose de la banda principal de la noche, la música sonase algo mejor porque hubieran traído a su técnico o porque su prueba de sonido hubiera ocupado mayor tiempo por la tarde… nada de eso. Como había pasado con Cíngaro Drom, el mal sonido no fue un impedimento para que todo el mundo se viera poseído por los sonidos balcánicos que salían de los pulmones de cada miembro del grupo rumano, pero la calidad dejaba mucho que desear.
Finalmente, tras perder la noción del tiempo con tanto baile, Fanfarle Ciocarlia terminaron por todo lo alto con la gente tan exaltada como borracha por el frenesí rítmico, poniendo la guinda a los conciertos de la noche, que aún nos guardaba una pinchada cumbiera muy difícil de resistir con Guacamayo Tropical detrás. Aquí Víctor aparcó la cámara, y nos dedicamos a danzar y platicar con la fauna noctámbula de Madrid, ya habíamos trabajado bastante.
| Galería completa de La Rueda de Madrid, Cíngaro Drom o Fanfare Ciocarlia.

Y ahora si quieren bailar,