Hinds: Happening en La Riviera

Yo, ya no soy yo. El sábado acudí a La Riviera con la sensación de que no volvería a ser el mismo. El frío que hacía a la vera del río me mantenía unido al mundo de los sentidos que irremediablemente iba a desvanecerse tras ver por primera vez a las Hinds en directo. La sala presentaba buen aspecto: las palmeras bien centradas, como siempre; de fondo, y después de unos teloneros que no pudimos disfrutar, sonaba música parida alrededor de 1977 mientras los asistentes iban tomando posición para sacar las mejores fotos y grabar en streaming los mejores vídeos de la noche.

De manera puntual, tras el apagón de luces correspondiente y a eso de las diez, salieron las Hinds ante el éxtasis generalizado de las mil y pico personas que dieron la espalda a las f****** palmeras de La Riviera. Un sonido más que aceptable para el lugar invadía todos los corazones al compás de los primeros y rabiosos guitarrazos de esas cuatro chicas llamadas a ocupar el olimpo de los hastags musicales y las tonadas de las romerías hipsterianas-modernas del período estival.

 

Las Hinds tienen algo, de eso no cabe duda. Solo hay que prestar atención a los eternos debates que se dan respecto a la banda madrileña en cualquier brunch o ecocafetería que se precie; incluso en tascas o tabernas. «Si fuesen de Dénver la gente las adoraría, pero como son españolas…», «si fueran chicos no se hablaría de ellos…», «seguro que tienen muchos amiguitos en el mundo, si no de qué…», «estoy harto, ¡son buenas y punto!»… Todo esto está muy bien, pero la gente se pierde en discusiones baldías. La gran pregunta es: ¿Eres de las Hinds o de las ‘Hainds’?

Nunca me había preguntado si era de unas o de otras hasta que buena parte del público comenzó a gritar ‘¡Viva HAinds! y otro sector replicó ‘¡HAinds no, Hinds! Entremeses de este tipo se dieron a lo largo del show después de cada canción, momentos en los que el grupo tuvo tiempo de saludar a padres, madres, primos, amigos, afinar, beber, gritar, y rugir. Todo ello al calor de un público, hindista haindista, totalmente entregado a una causa común: la música y el desparpajo de cuatro chavalas sin prejuicios ni límites.

 

 

Durante una hora desgranaron las canciones de su disco debut Leave me alone, mientras centenares de personas coreaban cada tonadilla en medio del jolgorio generalizado. Entre las canciones del repertorio tuvieron tiempo para hacer un guiño-homenaje a Marta Sánchez entre risas y buen humor, dando muestra de gran naturalidad y cercanía con la audiencia. Porque las Hinds lo pasan en grande, pero es el público el que elige a las Hinds, y las Hinds las que quieren que sean las Hinds el público.

Alguno se extrañará de que unas chiquillas de Malasaña despierten tal reacción con un solo disco bajo el brazo en una sala tan mítica como La Riviera. Yo ya no soy yo, y tampoco pretendo adivinar ni discutir con nadie sobre qué es ese ‘algo’ que gusta tanto. Los —O las— hay que lo tienen y los que no. Para mi recuerdo quedarán las Hinds o HAinds, y las decenas de personas que se subieron al escenario mientras sonaba King África como colofón final. Esa felicidad que desprendían tantas caras mientras bailaban y se hacían selfies… Jamás os lo perdonaré Hinds, jamás.

 

| Ver galería completa del concierto

 

firma-sergioSergio Alarcón
Y ahora si quieren bailar,
busquen otro timbalero.

Tal vez también te interese

Deja un comentario