Joni Mitchell – Blue: El azul no es un color

No recuerdo la primera vez que me paré en una canción de Joni Mitchell. Supongo que fue alrededor de la veintena, cuando me llamaban pelocho por la calle y cargaba con la guitarra cual cangrejo ermitaño. Tampoco recuerdo caer rendido a su talento de primeras, aunque sí al particular estilo de interpretar las canciones de sus primeros discos. Fue esta época, más folkie, la que acabó por conquistarme. Eran los últimos años de la década de los sesenta cuando su nombre empezó a destacar como compositora de éxitos como Both sides now, aunque estos venían en la voz de otros artistas. El reconocimiento le llegó con canciones como Big Yellow Taxi, de su tercer disco, cuajando en su siguiente trabajo. Era 1971 y Joni Mitchell presentaba al mundo Blue.

 

 

Fue David Crosby, de Crosby, Still and Nash —luego también Young— quien descubrió a una risueña y tímida cantautora canadiense en un local de Nueva York a mediados de los sesenta. Era cuestión de tiempo que el talento de Joni Mitchell la convirtiera en una de las grandes artistas de su generación. A diferencia de muchos otros, Joni, que también destacaba con el piano y el dulcimer—instrumento raruno del folclore—, no se limitaba a rasgar acordes sin ton ni son mientras contaba una historia; su técnica con la guitarra se basaba en explorar distintas afinaciones más allá de la estándar. Este aspecto —que suena un tanto técnico— amplia los horizontes musicales de sus canciones, dotando de un sonido particular que por supuesto fue imitado por muchos artistas de la época —que pregunten a Led Zeppelin, por ejemplo—.

Todas estas señas de la música de Joni Mitchell tuvieron en el disco Blue su máxima cota. A lo largo del álbum, la artista aborda el tema del amor desde todos los ángulos, mostrándose vulnerable y segura de sí misma por igual. Puede que sin querer, o al menos sin pretenderlo, Joni Mitchell se convirtiera en un símbolo del feminismo y de las reivindicaciones de la mujer. Creo que es hora de acabar con esa idea velada de que su música es ‘para mujeres’. Sus canciones son un regalo a reivindicar por cualquier persona con dos orejas, y punto.

Después de bastante tiempo he vuelto a escuchar este puñado de canciones tan difíciles de clasificar. Es cierto que poseen una gran carga de melancolía, pero al mismo tiempo consiguen brillar por su belleza. Quizás sea eso lo que hace que los claroscuros que se desprenden de melodías como las de A Case of you o Little Green sean capaces de despertar recuerdos de todo tipo, haciendo evidente la tremenda capacidad evocadora de Joni Mitchell en este álbum. Podría seguir alabando cada canción, pero creo que las palabras están de más cuando se trata de un disco como Blue. Pocas voces pueden despertar una experiencia tan única y personal como la de Joni Mitchell. El gusto es todo vuestro.

 

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Sergio Alarcón
Y ahora si quieren bailar,
busquen otro timbalero.

 

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