La voz de Nicole Atkins aún resuena en el Siroco

Martes noche, Madrid. Los niveles de polución se cuelan cada vez que tomo aire camino a la sala Siroco. Allí me reúno con Víctor para ver en directo a Nicole Atkins. Llegamos pronto, y tenemos tiempo de contarnos la vida antes de descubrir por qué dicen que la artista norteamericana es la reencarnación femenina de Roy Orbison. Son las 22.30 cuando sale al escenario, únicamente acompañada por un guitarrista. En la sala no hay más de cincuenta personas. Cincuenta que algún día quizás cuenten que estuvieron allí.

Canción tras canción, la cantautora de New Jersey consigue crear una atmósfera cargada de emoción, que tiene el epicentro en su formidable voz. Según contó, estuvo a punto de cancelar la gira por contratiempos de diversa índole. Creo que en ese momento la mayoría pensamos ‘menos mal’. Con su cuarto disco como protagonista, Nicole demostró el porqué de esas comparaciones que van desde el citado Orbison a otros nombres como el de Chris Isaak, quien colabora en su último trabajo. A través de sus melodías hizo que los allí presentes nos sintiéramos privilegiados por ver a una artista con tanto que ofrecer a una distancia tan corta.

 

Quizás no sea una gran guitarrista —se enredó con los acordes en algún que otro momento—, pero su talento como compositora brilla en cada una de sus canciones. Su música tiene el poder de evocar a las grandes piezas pop de principio de los sesenta, siendo tremendamente personales al mismo tiempo. Simplemente, Nicole Atkins tiene ese ‘algo’ que muchos buscan toda una vida. A lo largo del concierto las baladas de altura fueron alternándose con canciones más movidas, en las que el guitarrista que le acompañaba —de nombre Steve, si no recuerdo mal— llenó el escenario del Siroco haciéndonos aparcar una idea latente: qué experiencia debe ser ver un concierto de Nicole Atkins con banda completa —ojalá pronto podamos verlo—.

Llegaron los últimos compases de la velada con la sensación de que el tiempo había volado. A esas alturas, el ambiente era poco menos que familiar, como si estuviéramos en el salón de casa. Tanto fue así, que tras una personal y aplaudida versión del Heroes de David Bowie, se le oyó por lo bajo un «tengo una idea». Ante la sorpresa del público, desenchufó su guitarra y se situó en el centro de la sala mientras la audiencia la rodeaba. En la penumbra y de manera puramente acústica, cerró un concierto memorable ante el enbelesamiento generalizado.

No sé cuándo podremos volver a ver por estos lares a Nicole Atkins, pero estoy seguro que cada una de las personas que el martes por la noche estuvieron en Siroco, habrán empezado a correr la voz sobre su nombre y la belleza de la música que se esconde tras él.

 

 

firma-sergio
Sergio Alarcón
Y ahora si quieren bailar,
busquen otro timbalero.

 

 

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2 commentarios

  • Esther noviembre 26, 2017   Respuesta →

    Yo estuve allí y fue tremendo. He seguido su carrera desde el primer disco y aún no entiendo cómo no es más conocida. Gran reseña.

    • Victor - laphille noviembre 27, 2017   Respuesta →

      Estamos de acuerdo contigo Esther, aunque también fue especial disfrutarlo de una forma casi íntima. Muchas gracias por tu comentario…

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