
Los Bengala vuelan sobre el Sol: Cerveza, sudor y rabia
El jueves 2 de noviembre empezó con un café, banderas de España por doquier y una cita tempranera con Los Bengala en el centro de Madrid. Acude Guillermo, la mitad de la banda maña que se ha propuesto hacer de la visceralidad y la energía, las características de su música. Otro café. Elena saca los lápices y empiezo la entrevista por los tópicos. Hace apenas unas semanas que Año Selvático, su segundo disco, ha visto la luz. Le pregunto por las primeras impresiones. «Se están llenando las salas en estas primeras fechas. Lo estamos viviendo con mucha ilusión. Teníamos cierto miedo por aquello de que el segundo disco estuviera a la altura, pero de momento las sensaciones son buenas».

Guillermo Sinnerman de Los Bengalas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid
Las expectativas parecen cumplidas a eso de las 23h. La Sala Sol se muestra casi llena y salen Los Bengala. Empieza el viaje a los ritmos más primitivos y directos. Los allí congregados saben a lo que van y la palabra pogo —estilo maño— comienza a cobrar forma física en las primeras filas. «Al principio había muy buenas sensaciones pero la gente era más comedida. A medida que creció la banda esa energía que nos gusta transmitir fue mostrándose más fuerte y directa en el público».
Salta a la vista que esto es así. El suelo de El Sol tiembla, y me pregunto de qué estará hecho mientras las canciones del nuevo disco se van alternando con las canciones de Incluso Festivos, algo más coreadas, pero no mucho. «No tuvimos tiempo para sentarnos a pensar cómo debían ser las nuevas canciones. Teníamos fecha para entrar al estudio y nada preparado. En dos semanas tuvimos que encerrarnos a dar forma a las ideas que iban surgiendo. El ir a contrarreloj fue, de primeras, algo negativo debido a la presión, pero a la postre ha sido positivo porque hemos mantenido esa espontaneidad que define tanto a Los Bengala».
Guillermo pide perdón porque se siente algo espeso a pesar de las cafés matutinos. Acaba de llegar de Zaragoza y el día va a ser largo. Me comenta que en Madrid siempre han tenido muy buena respuesta del público y que tiene ganas de que llegue la noche. Los que conocen a Los Bengala ya lo saben, pero le pregunto cómo persuadirían a esos impíos que no saben de sus artes. «Somos una banda perfecta para desfogar y olvidarse de problemas. También vamos bien para liberar agarrotamientos. Libres de complejos y con un fin lúdico. Hay conciertos que son para quedarse quieto y escuchar, pero no el nuestro. En fin… Nos gusta James Brown, y ya está».
Desde que nació la banda hace casi tres años no han parado. Cerca de 200 conciertos llenos de energía les han alzado como una de las bandas de referencia en el Rock ‘n’ Roll de nuestro país. Cualquiera que estuviera en la cerca de hora y media que duró el concierto en la Sala Sol sabrá el porqué. Yo nunca fui de pogos, pero a medida que avanzaba el repertorio de la noche, fueron tan inevitables como las gotas de agua y cerveza que volaban a lo largo y ancho de la sala. Por ahí en medio estaba Víctor con su cámara, haciendo alardes dignos de un malabarista para conseguir buenas capturas.
No había nada más que demostrar al final del show —o performance como definió Borja en un momento de la noche— cuando el dúo zaragozano fue paseado en volandas por un público entregado a su salvajismo escénico. No sé si las camisas atigradas se pondrán de moda, ni tampoco a dónde llegarán Los Bengala, pero me extrañaría que la romería que les eleva en cada concierto no creciera a la vez que su música. Será cuestión de tiempo, bailes, y mucho sudor.
| Ver galería completa del concierto

Y ahora si quieren bailar,
Un comentario