Mike Sánchez meets Sugar Daddy: La sala Clamores y el desenfreno

Se ha puesto muy difícil saber cuándo son los nuevos viernes en Madrid. Creo que los primeros nuevos viernes fueron los jueves, pero últimamente la gente de laphille vivimos la noche madrileña a lo Tony Manero. Una de las últimas grandes citas que no quisimos perdernos fue el concierto conjunto del inglés Mike Sánchez y la increíble banda italiana Sugar Daddy & the Cereal Killers. Quizás, para los no familiarizados con la música añeja, sean dos nombres que no os dicen mucho, pero creedme, se trata de dos artistas que llevan El Rock ‘n’ Roll, el Swing o el Rhythm & Blues a otro nivel. Pocos sitios podían ser tan apropiados para tal evento como la mítica sala Clamores de Madrid. El día, un jueves cualquiera; el público, con los zapatos afilados.

Llegué con tiempo a la sala, acompañado de unos amigos. Lo primero que me llamó la atención es la remodelación de la Sala Clamores. La mítica sala madrileña le ha dado un buen lavado de cara a un espacio que ahora se muestra mucho más diáfano que antaño, sin duda un acierto para poder disfrutar de los grandes artistas que suelen pasar por su escenario. En un principio parecía que el público sería escaso, pero nada más lejos de la realidad; cuando Mike Sánchez hizo su aparición, una numerosa audiencia tomaba posición para disfrutar del gran pianista afincado en Ávila.

 

 

Como es habitual, Mike Sánchez solo necesitó un puñado de compases para meterse a la gente en el bolsillo. El talento y basto conocimiento en cuanto a Rhythm & Blues y Rock ‘n’ Roll se refiere, hacen que los bailes estén asegurados. Es probable que Mike Sánchez sea de los pocos que puedan hacer bailar de esa manera sin el respaldo de su banda. No hay que olvidar los nombres con los que ha trabajado: de Robert Plant a Jeff Beck, pasando por Imelda May o Bill Wyman —ahí es nada—. El piano de cola de Clamores vibró al ritmo de Boogie-Woogie mientras el carisma de Mike brillaba canción tras canción. Un privilegio de ver y oír.

Al terminar Mike Sánchez, y casi sin descanso, se vio cruzar la pista un nutrido grupo de hombres repeinados y vestidos de punta en blanco. Instantes después, esas mismas personas fueron ocupando su lugar en un escenario que se pobló de elegancia e instrumentos. Sugar Daddy & the Cereal Killers llegaban de Italia por segunda vez. La expectación no era poca entre el público que se encontraba en la sala. Tres vientos, contrabajo, piano, batería y la voz de Sugar Daddy al frente para desplegar uno de los mejores directos basados en el swing y la música negra comprendida entre los años treinta y los cincuenta.

 

 

La elegancia de sus ropajes quedó en un segundo plano cuando la banda italiana comenzó a tocar. Me pregunto dónde estaban las hordas de Lindy Hoppers que se suelen conformar con algún sucedáneo swinguero. El conjunto italiano dejó más que claro cómo enfrentarse al mejor  Rhythm & Blues sin perder una gota de su esencia. Dentro de su repertorio intercalan composiciones propias con versiones de grandes como Muddy Waters o Louis Prima, impriméndoles su sello personal sin perder de vista la grandeza de las originales.

Al final solo quedó el sudor en las frentes tras los bailes. Sugar Daddy & the Cereal Killers se fueron de Madrid coronándose como una de las mejores bandas para viajar a mediados de los cincuenta que hayan pasado por la capital últimamente. Seguro que su nombre seguirá repicando en las cabezas de los que allí estuvieron hasta la próxima vez que se dejen caer por nuestros lares. Esperemos que sea corta la espera.

 

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Sergio Alarcón
Y ahora si quieren bailar,
busquen otro timbalero.

 

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