
Nina Simone: siempre salvaje como el viento
No he tenido que rebanarme los sesos para pensar en una gran música que además fuera un gran símbolo como mujer más allá de su instrumento y su inconfundible voz. No se puede hablar de Nina Simone de una manera fina y medida. De hecho, me jode no haberlo hecho antes; pero ha sido en estos días en los que las mujeres de medio mundo han decidido decir ‘Hasta aquí’, cuando su historia y su música me han atravesado por la mitad una vez más. Nina Simone fue una gran artista, eso nadie lo pone en duda. Pero también fue una mujer negra que sufrió la segregación de ese país cuyo presidente actual gusta de levantar muros; fue una mujer explotada profesionalmente por su mánager durante varios años; y además fue una mujer maltratada física y psicológicamente por su pareja (el mánager de la línea anterior).
Como comentaba, ponerme a desgranar afablemente la biografía de Nina Simone sería un ejercicio fútil e incompleto; además prefiero recomendaros el documental ‘What happened, Miss Simone?’, el cual narra los claros y los oscuros de la genial cantante de manera brillante. Sin embargo, si es importante reivindicar su valía como mujer y artista que remó durante toda su vida con el viento en contra. Siendo niña Nina Simone destacó como pianista, y siempre soñó con ser la primera concertista negra en Estados Unidos. Como os podréis imaginar, una mujer negra y pianista a principios de los años cincuenta no tenía ninguna posibilidad de hacer carrera.
A lo largo de esta década, la carrera de Nina Simone fue creciendo poco a poco entre los distintos círculos, y al mismo tiempo, su conciencia como mujer afroamericana en un país con la boca siempre llena de democracia y libertad. Con la llegada de los años sesenta las marchas por los derechos civiles fueron cada vez más amplias, y también la represión de éstas. El asesinato de Medgar Evers, un ferviente activista negro, hizo explotar a Nina Simone quien ya participaba activamente en las protestas; no obstante, este suceso la llevó a componer ‘Mississippi Goddam’, una de sus más famosas composiciones. Toda su rabia e ira fue plasmada en esta canción compuesta en menos de una hora, cuya interpretación en el Carnegie Hall —ante una audiencia mayoritariamente blanca— es poco menos que épica.
Sin embargo, cuanto más crecía su compromiso y hastío por la realidad de su país, también lo hacía el maltrato y la inestabilidad en su vida personal. Me pregunto de dónde sacaba esa fortaleza para mostrarse tan fuerte e inquebrantable ante las audiencias a pesar de todo. No me imagino lo que podía suponer como experiencia ver a Nina Simone en directo en aquellos años; viendo los vídeos de sus actuaciones uno se puede estremecer con facilidad. Su mirada y su gesto duro contrastaban con la emoción de su voz y la capacidad para expresarse a través de su piano.
En 1966 publicó ‘Wild is the wind’, para mí su mejor disco. Canciones como ‘Four Women’, ‘I love your lovin’ ways’, ‘Why keep breaking my heart’, son auténticas joyas. La canción que da título al álbum es directamente de otra galaxia. Suelo tener dudas sobre casi todo, pero no en afirmar que ésta es una de mis canciones favoritas. Puedes no entender la bella letra ni saber nada de Nina Simone, pero es imposible no emocionarse escuchando cómo languidece el tiempo y estira las sílabas a través del aire.
Al finalizar la década Nina Simone se sentía emocionalmente vacía. La increíble violencia que asolaba Norteamérica y que tuvo en el asesinato de Martin Luther King su pico más visible, unida a una vorágine sentimental y profesional incontrolable, llevaron a la cantante afroamericana a abandonar el país. Durante largos años erró por distintas partes del mundo. Su fama volvió a primer plano en la década de los ochenta gracias a un anuncio comercial, aunque su leyenda ya era enorme entre los amantes del soul y el jazz —termino este último que no le hacía mucha gracia y de ahí la famosa frase: «Jazz es un término de los blancos para definir la música negra. Yo hago música clásica negra»—.
No creo que exista la forma correcta de terminar estas palabras. Supongo que para mí Nina Simone es y debe ser un símbolo no solo para las mujeres, sino para cualquier persona. Suele leerse que era una mujer de ‘carácter difícil’. Realmente, fue una persona con un increíble talento y una genia de la música, pero también fue una persona maltratada por ser negra y por ser mujer; sometida durante muchos años a la presión profesional de una profesión copada y controlada por los hombres. La imperfección es inherente a los seres humanos y a pesar de lo que digan Nina Simone es infinita y siempre será inmortal en cada una de sus canciones. Nina Simone es Dios.

Y ahora si quieren bailar,