Silvio Rodríguez, yo te doy una canción.

Tendría unos diecisiete años cuando escuché por primera vez una canción de Silvio Rodríguez. Por aquel entonces, la guitarra era un apéndice de mi ser que rara vez se separaba de mis manos. Día tras día, al llegar del instituto, me dedicaba a tocar y tocar hasta que llegaba el fin de semana; en ese momento, salía de casa con la guitarra lloviese o tronase, para seguir tocando y canturreando por los parques.

Mi repertorio se basaba, sobre todo, en canciones de los Beatles, Nirvana, Led Zeppelin y cosas así; pero en una de esas noches de viernes o sábado, un chico algo mayor me pidió la guitarra para tocar una canción. Una amiga que le acompañaba le rogó: «toca Ojalá». Aquel veinteañero se sabía ganador antes de comenzar a cantar; lo hacía bien, y además tocó a la perfección el bonito arpegio que viste esa increíble melodía. Ahora pienso que si ese chico hubiese destrozado la pieza de Silvio, quizás hubiese tardado mucho tiempo en llegar a él, o a lo mejor no me hubiera parado a escucharlo con atención nunca.

Así fue como llegué a Silvio Rodríguez, aunque durante mucho tiempo para mí solo era el de ‘Ojalá’, canción que por supuesto quise aprender al instante en la guitarra. Pasaron algunos años y cuando llegué a la universidad, todo mi bagaje musical explosionó para expandirse en todas las direcciones. Entre otras muchas cosas, y a base de cantar hasta perder la voz en los pasillos de la facultad —la auténtica universidad que recordaré—, fui maravillándome con distintas canciones del trobador cubano como ‘Canción del elegido’, ‘Unicornio’, ‘Sueño con serpientes’ y tantas otras.

Desde aquellos años, Silvio Rodríguez se convirtió para mí, en el gran cantautor de nuestra lengua. No llegué a profundizar a fondo en su basta obra, pero cada cierto tiempo, una nueva melodía de su voz me dejaba fascinado no solo por su emoción, ni sus increíbles letras. Silvio Rodríguez, a diferencia de muchos otros grandes nombres de la canción de autor, no se limita a rasgar su guitarra para poner música a su lírica: la diversidad y profundidad musical de sus piezas están, sin lugar a dudas, a la altura de su mensaje.

 

 

Y siguieron pasando los años, y ‘Te doy una canción’, ‘Quién fuera’, ‘Óleo de mujer con sombrero’, y llegaron las veladas veraniegas en O Grove cantando éstas y otras canciones que poco a poco, se fueron convirtiendo en banda sonora de muchos recuerdos. Porque, nos guste o no, todos tenemos esas melodías que nos evocan ciertos momentos cada vez que las escuchamos. Creo, sin temor a equivocarme, que Silvio está en el top de ‘evocadores musicales’ para muchos.

Y digo esto porque antes de ayer sucedió algo muy curioso. De pronto, me llegó un mensaje: «Silvio Rodríguez tocará gratis en Vallecas este miércoles». Mi primera reacción fue de incredulidad, pensé que sería un concierto homenaje como mucho. Pero no, aquel mensaje era totalmente verdadero. De esta forma y sin esperarlo en absoluto, me vi ayer por la tarde acudiendo a este evento con aroma a nostalgia, viejas consignas y puro romanticismo.

Antes de Silvio cantaron Ismael Serrano y Aute, quien siempre emociona cantando ‘Al alba’, pero los miles que estábamos anoche en el barrio de Vallecas esperábamos con ansia al cantante cubano. No voy a hacer una crónica del concierto, no me interesa: es difícil que un artista de tan dilatada trayectoria interprete todas las canciones favoritas de cada uno, y que a su avanzada edad, tenga la capacidad y la energía que tuvo en su mocedad. Pero no me malinterpretéis, Silvio Rodríguez realizó un concierto fantástico; y para mí, al menos en dos momentos, mágico.

Llegados a este punto del artículo no sé muy bien cómo finalizarlo. No es necesario reivindicar la valía de Silvio Rodríguez, tampoco lo es recrearse en lo mágico de poder escuchar en directo una voz como la suya. Creo que solo quería compartir ese sentimiento evocador que anoche se vio agudizado al escuchar aquello de «cómo gasto papeles recordándote, cómo me haces hablar en el silencio…». La música de Silvio Rodríguez bien lo merece, y por ello, aprovecho para dejaros una selección de muchas de sus mejores canciones, aunque seguro que no están todas.

 

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Sergio Alarcón
Y ahora si quieren bailar,
busquen otro timbalero.

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Un comentario

  • Ruth julio 23, 2016   Respuesta →

    Tenía pendiente leer este artículo. Comparto casi al 100% la historia del acercamiento a la música de Silvio: muchas noches en el parque de La Paz, en las Delicias, alternando entre la senda del tiempo de los vecinos Celtas Cortos (mientras ellos aún jugaban al tío Maragato con los primos de mis primos en las fiestas del pueblo), al alba de Aute y un montón de canciones de Silvio. Tardé algo más en atreverme a tocarlo, porque nunca fui muy buena con la guitarra. Muchas noches de verano en un parque vallisoletano mientras estudiaba la carrera, con Silvio como banda sonora.
    ¡Gracias por un viaje en el tiempo tan agradable!

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